La erupción dentaria sigue un patrón que en ocasiones puede ser alterado por diversas razones.
Se considera un diente retenido aquel que no logra emerger a través de las encías, parcial o totalmente; puede ser de cualquiera de las dos denticiones: temporal o permanente.
Cuando se habla de dientes retenidos generalmente se piensa en los terceros molares (muelas de juicio), pues realmente estos son los más comunes, sin embargo, esta condición no es exclusiva de ellos, puede presentarse en cualquier pieza dentaria.

Esas razones pueden ser: dientes supernumerarios, pérdida temprana de los dientes temporarios, engrosamiento de las encías, densidad del hueso que lo cubre, y otras más.
Con las visitas periódicas al dentista, iniciando desde la infancia, el odontólogo supervisa que esta erupción sea regular, por medio de las radiografías o en caso necesario, de otros medios diagnósticos, descarta cualquier anormalidad, ya sea en número de piezas dentarias, posición o por la presencia de cualquier patología.
El diagnóstico debe estar apoyado por imágenes, ya sea gracias a un estudio radiográfico o una tomografía; sin embargo hay signos y síntomas clínicos que dan la voz de alerta y es importante tomar en cuenta:

- Erupción tardía de una pieza dentaria, por ejemplo, el paciente mudó el temporario hace meses y el permanente no se asoma.
- El tiempo promedio de erupción ha pasado y el diente no ha emergido en la cavidad oral.
- Abultamiento o engrosamiento del tejido blando de la cavidad oral.
- Dolor en una zona edéntula (sin diente) o en un área que intenta erupcionar una pieza.

Las causas de retenciones más comunes son: herencia, poco espacio en los maxilares, traumas o pérdida a destiempo de los dientes temporarios.
